viernes, 29 de febrero de 2008

"Veintinueve de Febrero"

Debido a que lauris me recordó en su entrada que no volveremos a vivir este día hasta dentro de cuatro años, decidí: ¡Yo también tengo que publicar! Y, aúnque hoy no es un día bueno -por no decir; hoy es un día horrible - aprovecho para escribir algo muy corto pero que me ha ayudado a desahogarme. A veces escribir ayuda... y hoy es una de esas ocasiones.

En fin, ahí va mi fugaz micromicromicrorelato.



>¿Alguna vez has sentido que es el día más triste de toda tu existencia?
Hoy, veintinueve de febrero, yo lo siento.
Hoy he derramado más lágrimas de las que jamás soñé que lloraría en mi vida. Hoy he escuchado palabras que hieren fuertemente y conciencias que hablaban a los cuatro vientos creyendo no ser descubiertas. Hoy he escuchado el llanto más desgarrador que jamás mis oídos hubieron oído. Un llanto de sufrimiento, de impotencia, de dolor… un llanto de locura. Y el simple hecho de escucharlo provocó que yo también estallara.
Siempre recordaré este día en el que me sentí realmente desanimada y depresiva, en el que noté como mis ojos escocían y mis párpados amenazaban con cerrarse cada pocos minutos, temiendo volver a empezar a llorar…
Jamás olvidaré esta fecha: veintinueve de febrero. El día que cada cuatro años abrirá de nuevo la herida que nadie consiguió cicatrizar.



¡Un beso!


*Cazadora de estrellas*

miércoles, 6 de febrero de 2008

Alas de metal

¡Hola! Después de tanto tiempo (vecinita, ignoremos lo que pasó por este blog ayer xD), vuelvo con un nuevo relato. Espero que hayan disfrutado de unos buenos carnavales y simplemente agradecer a Alas-de-metal (del foro Universo de Papel) por haberme enviado un mensaje que me animó mucho y por tener un nombre de usuario tan inspirador xD. Por este último motivo, he decidido ponerle ese título al relato, porque se me ocurrió mientras miraba un mensaje suyo. En fin, ahí va:





Se sentía terriblemente cansada, impotente, insignificante,paralizada... Llevaba tanto tiempo llorando sin pausa, que ahora se encontraba sumergida en una laguna de lágrimas negras, sus propias lágrimas. Hacía tantos años que estaba en aquel lugar, en aquella misma posición, que no recordaba haber realizado otra cosa en toda su vida, si es que algún día tuvo la oportunidad de vivir.
Aquel lugar le hacía sentir tan desgraciada que lo odiaba con todas sus fuerzas. Había intentado infinidad de veces escapar de allí, marcharse de aquel oscuro lugar, huir… Pero no había conseguido moverse ni un solo milímetro. Tenía una gran carga a sus espaldas, una carga que la bloqueaba y no le dejaba avanzar, una carga que le habían obligado a soportar y que la había convertido en lo que ahora era.
De su espalda brotaban dos enormes alas de metal, negras y pesadas, en cuyo interior se fundían temores, desgracias, lamentos, engaños, secretos, mentiras…que no le pertenecían. Eran de otros seres, de otras personas y, sin embargo, se almacenaban en ella, para hacerle sufrir y llorar, para anclarla a un destino dedicado a cargar con la infelicidad de otros…
Se preguntaba a cada momento por qué le había tocado a ella ser el ángel negro, por qué no tenía derecho a ser feliz como los demás, a soñar, a descubrir, a tener esperanza, a poseer ilusiones, a ver un pequeño haz de luz en medio de tanta oscuridad… Nadie le había dado la opción de elegir lo que quería ser, le habían otorgado dos enormes alas con las que jamás podría volar, le habían encerrado en un lugar del que jamás podría salir…
Estaba tan cansada de permanecer allí, de no poder hacer otra cosa más que llorar y lamentarse, de odiar a lo desconocido, que decidió no volver a hacerlo nunca más. Las lágrimas dejaron de brotar de sus ojos negros, alzó la cabeza con orgullo y decidió que era hora de cambiar, de tener esperanza, de demostrar que también quería elegir su propio destino y, por el simple hecho de pensar que algo podía cambiar, una sonrisa adornó sus labios y gritó con todas sus fuerzas después de tantos años en los que su boca había permanecido sellada.
Calló de repente cuando se dio cuenta de que la laguna negra que habían formado sus lágrimas se deshacía gota a gota y ascendía hacia el infinito. Escuchó que algo se quebraba y provocaba un ruido al rozar con la superficie de aquel lugar. Se giró para recoger del suelo los restos de aquello que se rompía y, cuando tomó en sus manos tres pequeños cuadrados de metal negro fue cuando se dio cuenta de que había podido mover las piernas, de que había logrado girarse con total facilidad. Poco a poco, notó cómo cada vez se sentía más ligera, cómo notaba menos peso a sus espaldas y no pudo evitar flexionar los brazos hacia atrás y tantear sus alas. Su conciencia no podía creer lo que su tacto le confirmaba, el metal había desaparecido por completo, ahora sus alas estaban recubiertas de un material ligero, suave y blando. Apoyó sus manos temblorosas en el suelo y, lentamente pero con decisión, estiró las piernas y se puso de pie. Sus alas se agitaban, ansiosas por ser utilizadas, por lo que cogió carrerilla y alzó el vuelo hacia el rayo de luz que había aparecido de entre las sombras, sonriendo como nunca lo había hecho, con la esperanza de que aquella sensación le acompañara durante toda su vida, con la ilusión de poder hacer de sus sueños una realidad.





¡Un beso!


*Cazadora de estrellas*